sábado, 11 de septiembre de 2010

Felisberto Hernández

Pedacito del cuento ¨Mi primera maestra¨

¨Cuando yo tenía seis años cruzaba, por las mañanas, una plaza inclinada —vivíamos en la falda de un cerro— y entraba a la escuela. La maestra era grandota; ponía, arrollados sobre el pupitre sus dedos gordos y nos permitía hacer ruido. Yo hacía emes minúsculas con vueltas redondas como los dedos de ella. Una tarde, sin que mi madre supiera, crucé la plaza, llamé con el pie a la puerta de la maestra y apareció por la ventana su cabeza grande, parecida a la de una vaca buena sin cuernos.
-¿Qué quieres?
-Vengo a hacerle una visita.
-Bueno… te quedás un ratito y enseguida te vas…
Cuando abrió un poco la puerta de la calle yo pasé cerca de su pollera gris. Ella, con su mano tomó la mía y me llevó al fondo. Debajo de un paraíso había una gallina echada; empezó a cloquear y por debajo de su cuerpo -de un gris parecido a la pollera de la señorita- se asomaban pollitos amarillos. Estarían tan calentitos como mis dedos entre la mano de la maestra. Después ella me acompañó hasta la puerta y yo le dije:
-De aquí a un ratito voy a venir a hacerle otra visita.
...¨

1 comentario:

Nicolás Pedretti dijo...

que grande Felisberto Hernández, saludos, a los dos